Alfred P. Sloan Jr. |
Un ejemplo que está muy al día del uso de la obsolescencia programada por las grandes empresas, son los iPhones de Apple, la empresa actualizaba el software de los móviles con actualizaciones para que los móviles no tuvieran su máximo rendimiento, incitando así a comprarse uno más nuevo, esta practica fue multada en Italia, haciendo un total de 10 millones de euros que la empresa deberá pagar a la Autoridad Italiana garante de la competencia.
La obsolescencia programada no es algo con lo que no preocuparse, al hacer las cosas menos duraderas, se tienen que crear más, haciendo que se gasten más recursos naturales (que no es que nos sobren) y que los residuos producidos cada vez van a más, por ejemplo, un 65% del móvil es plástico, que suele acabar en la industria automovilística, un 25% metales como el cobre, oro y aluminio que después de reciclarse acaban en la industria de la electrónica de consumo. Pero un 10% son materiales irrecuperables, como la fibra de vidrio o el litio, un metal que se encuentra en estado líquido en las baterías y es contaminante. El problema de la chatarra electrónica son los problemas medioambientales que generan, deshechos como el mercurio, el cadmio, el plomo y el cromo provocan problemas a órganos como el cerebro, los riñones, los huesos y el sistema circulatorio. Lo más importante que podemos hacer es reciclar los dispositivos electrónicos que ya no funcionan, hay empresas como Tragamóvil que se ocupan de reciclar los móviles (en este caso) y no supone ningún coste a la persona que dona su móvil.
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